sábado, 21 de diciembre de 2019



Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo
como queda un perfume donde había una flor.

Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo;
y yo sé que eres mía, sin ser mío tu amor.

La vida nos acerca y la vez nos separa,
como el día y la noche en el amanecer...
Mi corazón sediento ansía tu agua clara,
pero es un agua ajena que no debo beber...

Por eso puedes irte, porque, aunque no te sigo,
nunca te vas del todo, como una cicatriz;
y mi alma es como un surco cuando se corta el trigo,
pues al perder la espiga retiene la raíz.

Tu amor es como un río, que parece más hondo,
inexplicablemente, cuando el agua se va.
Y yo estoy en la orilla, pero mirando al fondo,
pues tu amor y la muerte tienen un más allá.

Para un deseo así, toda la vida es poca;
toda la vida es poca para un ensueño así...
Pensando en ti, esta noche, yo besaré otra boca;
y tú estarás con otro... ¡pero pensando en mí!.




Habrá que vivir mintiendo
en todos lados, a toda las gente,
amordazándome el corazón,
encadenando tu nombre, aprisionándolo
para que no salga de mi boca,
para que no escape y corra lejos
porque —seguramente— iré tras él
vomitando la verdad al perseguirlo.

Habrá que vivir cuidándome
de todo recuerdo y espejismo.
Será necesario construir una muralla,
sitiarme, ser exiliado del mundo.
Sé que tu voz está allá afuera
con la llave lista en el bolsillo.
(Tendré entonces que cambiar mi cerradura)

Habrá que vivir sin prisa alguna,
caminar con paso lento adonde sea.

Saúl Juárez